PALABRAS PRESTADAS

Todos ellos parece que necesitan transmitirnos las causas de su desasosiego. Por eso se desnudan ante nosotros y nos hablan desde la primera persona —monólogos que se convierten en realidad en confesiones íntimas—, aunque no lleguemos en ocasiones ni a conocer su nombre. En ese sentido son personajes anónimos, pero perfectamente reconocibles. Gentes corrientes con las que cualquiera puede toparse a diario por la calle, integradas a la perfecciónn en un entorno que las impregna de actualidad y por el que deambulan como telón de fondo de nuestro teatro social. Y con un punto en común: casi todos ellos tienen algún secreto, inconfesable para la sociedad, pero que no tienen rubor en confesar a los lectores.

Es una obra escrita en la madurez vital, y literariamente muy madura, que el autor ha ido componiendo sin prisas ni pretensiones, con el poso de sus muchas lecturas y con una capacidad innata para hacer verosímil el complejo mundo interior de los personajes.